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Etnohistoria ENAH ¿Qué es la Etnohistoria?
- julio 11, 2022
- Publicado por: admin
- Categoría: Ciencias Sociales ENAH
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Si una cosa es el indio y otra cosa la antropología ¿qué es la etnohistoria?
Probablemente andas pensando ingresar a la ENAH y de repente te topaste con que tienen esta insospechada licenciatura o quizá ya estás por terminar la licenciatura en etnohistoria y probablemente en ambos casos la pregunta sea la misma ¿Qué es la etnohistoria?
No es hipérbole mencionar que será un recorrido complejo, muy a la Vico, aunque también a lo indio, espiralado y ascendente (Voy a mencionar varios nombres así pero tranquila, si a penas estás viendo que onda con la carrera es muy normal que no tengas idea de qué hablo, los mencionaré con el fin de dar estructura a este artículo y que puedas tomar una decisión mejor informada al respecto de sí deberías o no estudiar esta licenciatura).
Empezaremos por un análisis diacrónico (¿Palabra difícil? Se refiere a la evolución de un hecho a través del tiempo) de la vida familiar de la etnohistoria, estudiando autores como Carrasco, Rojas y Barjau.
Revisaremos algunas definiciones que nos ayuden a comprender mejor el trabajo de las y los etnohistoriadores como la de Távarez y Smith.
Repasaremos palabras de nuestro carnalito Bonfil Batalla (que también estudió en la ENAH) para concentrarnos en el concepto de indio y adentrarnos así en la identidad de las y los etnohistoriadores.
Terminaremos por señalar algunas características feministas de la etnohistoria y así apuntar las posturas políticas más importantes para entender la definición de etnohistoria que propongo.
Hablemos del título de este ensayo ¿qué tiene que ver la antropología con la etnohistoria?
Algunas autoras dirían que es su hija, la antropología tuvo un complejo romance con la historia , ambos progenitores se asustaron con el nacimiento de esta nueva disciplina, incluso la negaron pues no fue un romance sencillo, todo lo contrario , de hecho “Cohn revela, con gran agudeza e ingenio, que aun el menor diálogo entre antropólogos interesados en los archivos e historiadores fascinados por las culturas exóticas es un encuentro de dos mundos académicos y metodológicos que requiere de diestros embajadores e intérpretes” (Tavárez & Smith, 2001)
Por esto mismo podría afirmarse que la etnohistoria creció para dejar de ser una simple bastarda a la vez de rebelde sin causa, escogió algunas causas muy claras y se plantó ante la vida con actitud de lucha o como dirían Tavárez y Smith “… la etnohistoria es una empresa analítica relativamente independiente, y no otro avatar de la historia o la antropología” (Tavárez & Smith, 2001)
Pero esto no quiere decir stricto sensu (en sentido estricto) que la etnohistoria renunció a su familia, pues “es el uso de un punto de vista antropológico el que distingue fundamentalmente al etnohistoriador del historiador, y eso se produce porque el sujeto de estas historias es el tradicional de la antropología: “los otros”, en forma de pueblos no europeos” (Rojas, 2008)
También es una postura que fácilmente podemos aplicar a la inversa, podemos diferenciar claramente a un etnohistoriador de un antropólogo gracias a su extenso trabajo en archivo, de hecho, Barjau comenta que Alfredo Jiménez Núñez llama a los etnohistoriadores “antropólogos de archivo”.
Pongamos especial atención a la palabra familia, no elegida al azar, como diría Carrasco:
… no vemos a la etnohistoria como una disciplina aparte con una base teórica independiente sino como una técnica de obtener datos: o sea, es un estudio que se realiza a base de documentación histórica por el mero hecho de que tratamos con sociedades del pasado que no se pueden observar directamente. Se hace etnohistoria porque la naturaleza de las fuentes de información (documentos escritos) así lo exige, en contraste con el trabajo de campo que se hace en sociedades vivas o a la arqueología que estudia los restos materiales de sociedades extinguidas. Pero los datos de la etnohistoria se estudian a la luz de los planteamientos generales de las ciencias sociales y con vistas a resolver cuestiones suscitadas por esos mismos enfoques teóricos generales. (Carrasco, 1987)
Podemos entender entonces el carácter interdisciplinario de la etnohistoria, una característica muy importante de la materia, Barber y Berdan hablan así del concepto:
La etnohistoria es un campo interdisciplinario que estudia el comportamiento humano en el pasado y está caracterizada por depender en primer lugar de documentos, por el uso de datos de otras fuentes cuando las hay disponibles, y por una metodología que incorpora la historiografía y el relativismo cultural y hace énfasis en la interacción cultural. (Barber & Berdan, 1998)
Hasta ahora tenemos claro que la etnohistoria forma parte de una familia, sabemos de su carácter interdisciplinario, pero ¿qué hace un etnohistoriador/etnohistoriadora?
Távarez y Smith proponen la siguiente definición con líneas de acción muy claras:
– Intenta analizar y reconstruir las estructuras sociales y culturales de grupos étnicos que entraron en contacto con los poderes europeos entre los siglos XV y XIX;
– Dedica particular atención al estudio lingüístico y filológico y a la contextualización histórica de textos compuestos en sistemas alfabéticos o pictográficos en lenguas no europeas;
– Enfatiza los problemas historiográficos y epistemológicos que resultan del contacto e interacción entre concepciones europeas y no europeas del pasado;
– Analiza y cuestiona la interpretación de la historia social y cultural de grupos no europeos utilizando metodologías filológicas, lingüísticas y etnológicas novedosas;
-Confronta temas que han sido tradicionalmente definidos como antropológicos: estructuras simbólicas, prácticas rituales, relaciones de parentesco, etnogénesis— mediante el análisis histórico de fuentes documentales. (Tavárez & Smith, 2001)
Este concepto nos explica qué hace un etnohistoriador, pero como diría Rojas “Si la etnohistoria es lo que los etnohistoriadores hacen (Barder y Berdan 1998:13), sería interesante disponer de una muestra de esas actividades que incluyera el “cómo lo hacen”. (Rojas, 2008)
Para responder esto volvamos un momento a cuando Rojas dice que “los otros” se presentan en forma de pueblos no europeos ¿qué significa? Nos arroja un dato importante, pues, resulta que esos pueblos no europeos para los etnohistoriadores no es la alteridad, es el nosotros o como lo diría el mismo en otro libro [“Se trata de una vuelta de tuerca a la etnohistoria, que abandona donde puede la visión del “otro” para convertirlo en “propio” …] (Rojas, 1994)
Y es aquí donde retomamos la otra mitad del título de este ensayo, el indio ¿qué papel juega el indio en la etnohistoria?
Empecemos por recordar las palabras de Bonfil Batalla:
El indio no se define por una serie de rasgos culturales externos que lo hacen diferente ante los ojos de los extraños (la indumentaria, la lengua, las maneras, etc.); se define por pertenecer a una colectividad organizada (un grupo, una sociedad, un pueblo) que posee una herencia cultural propia que ha sido forjada y transformada históricamente, por generaciones sucesivas; en relación con esa cultura propia, se sabe y se siente maya, purépecha, seri o huasteco. (Batalla, 2014)
Al momento de preguntarnos ¿quién es el otro? No debemos olvidar que “La dominación colonial ha tenido efectos profundos en todos los ámbitos de la vida indígena” (Batalla, 2014) uno de esos efectos ha sido convencernos de que el indio no tiene voz, pero sí la tiene y es justamente aquí donde entramos los etnohistoriadores, no siempre, diría de hecho que casi nunca estudiamos la voz del otro, es más bien la nuestra, pues ¿quiénes somos los etnohistoriadores?
Siempre es más sencillo empezar por decir lo que no somos, no somos los ricos, no somos los invasores, no tenemos los medios de producción, no todas somos hombres.
Somos mujeres, somos clase obrera, somos indios, somos mucho de lo que la historia olvido escribir, la historia del hombre, el hombre blanco, el hombre rico.
La etnohistoria es la historia de nosotras, la historia no sólo del hombre también de las mujeres, mujeres indias, mujeres obreras, mujeres prostitutas, es la historia de nosotras, la historia de hombres que no ganaron, los pobres, es nuestra historia.
Las etnohistoriadoras y los etnohistoriadores somos personas en pie de lucha, la etnohistoria es una trinchera.
Para concluir, tomaremos prestado un término de Marx para lograr un entendimiento cabal del concepto que estamos trabajando. Pensemos en la superestructura. Aquí es donde nos movemos, la etnohistoria se mueve en el plano de lo superestructural, la lucha está aquí y en lo subalterno.
La trinchera llamada etnohistoria lucha en lo superestructural, por y, casi siempre, desde lo subalterno.
Bibliografía
Barber, R., & Berdan, F. (1998). The Emperor´s Mirro. Understanding cultures through Primary Sources. Tucson: The University of Arizona Press.
Batalla, G. B. (2014). México Profundo, Una Civilización Negada. México: DeBolsillo.
Carrasco, P. (1987). Sobre la etnohistoria en Mesoamérica. México DF: Instituto Nacional de Antropología e Historia.: Pérez Zevallos y Pérez Gollán.
Rojas, J. L. (1994). Al otro lado del espejo: los nahuas coloniales vistos por sí mismos. Revista Española de Antropología Americana, 269-274.
Rojas, J. L. (2008). LA ETNOHISTORIA EN AMÉRICA. Buenos Aires: Mitre & Salvay.
Tavárez, D., & Smith, K. (2001). La etnohistoria en América:Crónica de una disciplina bastarda. Desacatos, 11-20.